Puede decirse que el pasado martes, día 19 de agosto, fue un día histórico para Coca, pues se llevaron a cabo los trabajos de documentación científica de la muralla vaccea de Cauca. Aunque verdaderamente el día histórico fue el 1 de agosto al ser identificada como tal ya sin ninguna duda. ¡Qué coincidencia! El 1 de agosto. La festividad principal de los celtas. El día de Lugnasad, dedicado a venerar a Lug, el dios más importante del panteón celta, y recordemos que los caucenses, como el resto de los vacceos, eran celtas, al igual que otros pueblos prerromanos meseteños (celtíberos, vettones, turmogos, autrigones, etc.).


Pero hagamos memoria de cómo apareció la muralla. Fue en mayo de 2011 cuando se vieron por primera vez los grandes adobes con los que está construida esta muralla, pero el tramo era corto y en arqueología la prudencia ha de ir siempre por delante. En aquella ocasión, esa pared de adobes (indiscutiblemente vacceos) la fotografiamos varias personas ligadas a la investigación de la historia de Coca, entre ellos Felipe Rodríguez y Adolfo Rodríguez, y poco después de instalar algunas gradas en la zona baja se cubrió el corte en el que eran visibles esos adobes con tierra removida.

En 2013 se reabre dicho corte, se refresca y vuelven a ver la luz los adobes, pero en un tramo algo mayor. Es en ese momento cuando, considerando diversos elementos, surge la pregunta: ¿no será esa pared parte de la muralla vaccea?, pues cerca de esta zona debía de estar ya que casas vacceas tenía constancia que había bajo los Jardines Municipales. La instalación de nuevas gradas poco después dejó en suspenso la respuesta a esta pregunta de vital importancia para la historia de Coca. De nuevo lo más prudente era esperar.


La respuesta a esa pregunta tardaría un poco más en llegar. En arqueología, como en medicina, siempre lo más difícil es diagnosticar, identificar lo que se tiene delante, sea la enfermedad de un paciente o, en el caso de la arqueología, un fragmento de cerámica, una pieza metálica, la cronología de un muro, la función de una construcción, etc., para lo cual la experiencia profesional no sólo es determinante, sino que sin ella los errores que se pueden cometer son monumentales, para equivocación de la comunidad científica.

El 14 ó 15 de julio se realiza un nuevo corte del terreno para preparar la instalación de una nueva batería de gradas y es cuando se exhuman casi 20 m de aquella pared de adobes. Durante quince días estuvo el corte a cielo abierto, pero su reconocimiento como la muralla vaccea citada por los autores clásicos lo hice a mi llegada a Coca, el 1 de agosto de 2014, como más arriba he dicho. En este momento la maquinaria científico-administrativa comienza a funcionar y todo desemboca felizmente en la intervención arqueológica de ayer día 19 de agosto.

Un trabajo de esta envergadura es imposible realizar por una sola persona, por lo que en los días previos tuve que movilizar medios humanos y técnicos apelando a la amistad que une a quienes compartimos no sólo la profesión de arqueólogo, sino también las ansias de conocer en profundidad cómo vivía el pueblo vacceo. Y todo ello, con una condición previa: la intervención debía tener coste cero (o casi cero) para la administración local y regional, con lo que quienes aceptaran venir tendrían que pagarse ellos mismos los gastos. Pues bien, la respuesta desbordó mis previsiones, lo cual me llenó de orgullo al ver que los amigos responden cuando se les necesita, algo de lo que nunca he dudado. Han sido muchos los que no han querido perderse intervenir en una muralla histórica de hace unos 2.300 años, por lo que ha sido un honor para mí que vinieran a Coca y de ahí surge esta nota de agradecimiento.

En los trabajos ha participado un experimentado equipo de arqueólogos y estudiantes de la Universidad de Valladolid y de la Universidad Autónoma de Madrid, a todos los cuales quiero dar las gracias como director de la excavación, y muy especialmente a mi querido colega y amigo Carlos Sanz Mínguez, Profesor Titular de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, director del Centro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg” y de las excavaciones de Pintia (Padilla de Duero/Peñafiel), ciudad vaccea hermana de Cauca. Él puso a mi disposición no sólo los medios técnicos imprescindibles de los que yo no disponía en Coca, sino también el valioso equipo humano con el que cuenta. Elvira Rodríguez, Marisa García, Elena Sánchez, Juan Carlos Batanero, Mª Elena Ceinos, Rubén Melero, Mariano Vallecillo, Rita Gonçalves, Isabel Esteban, Sonia García, Rubén de la Rosa, Javier Colorado, Juan Manuel Carrasca y Rafael Bravo.

Joaquín Barrio Martín, compañero de mi universidad, Catedrático de Arqueología e investigador de Cuéllar vaccea, también hizo especial esta jornada de fructífero trabajo, por lo que se lo agradezco enormemente. Lo mismo que a José David Sacristán de Lama, investigador desde 1976 de la ciudad vaccea de Rauda (Roa de Duero, Burgos). Se puede decir que con los cuatro juntos (Carlos, Joaquín, José David y yo) ocurrió algo mágico, pues durante unas horas nos reunimos los investigadores de las cuatro ciudades más importantes del sur vacceo, como eran Pintia, Rauda, Colenda y Cauca.

Varios caucenses comprometidos con la historia y la cultura de Coca, entre ellos, Adolfo, Felipe y David, conscientes de lo que esto representaba, también tomaron parte en los trabajos de diversa manera, por lo que queda aquí constancia de mi agradecimiento. Ellos son sólo la cabeza visible de cientos de caucenses que se siente orgullosos de la larga historia de Coca, a todos los que quiero agradecer también que me manifestaran estar dispuestos a ayudarme en la tarea que se iba a realizar. También quiero agradecer a Roque Rogero y Óscar Álvarez la preparación del terreno que llevaron a cabo, cortando el hormigón armado adosado a la muralla, pues sin esta dura tarea no hubiéramos podido documentarla plenamente.

Por otro lado, todo esto no hubiera sido posible sin el concurso y apoyo de dos instituciones una de cuyas funciones es la de velar por el Patrimonio Histórico: el Excmo. Ayuntamiento de Coca y la Delegación Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León en Segovia. A la primera, significada en su alcalde, D. Juan Carlos Álvarez, agradezco el apoyo recibido desde el mismo día 1 de agosto y los medios que ha puesto a mi alcance. A la segunda, he de agradecer el interés que desde el primer momento se tomó con el hallazgo y las gestiones que con celeridad realizó para que fuera documentado con carácter de urgencia. Sobre todo al Arqueólogo Territorial, D. Luciano Municio, a la Jefa de Cultura, Dña. Ruth Llorente y al Delegado de la Junta de Castilla y León en Segovia, D. Javier López-Escobar. Mi agradecimiento también a los miembros de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico.

No quiero terminar estos párrafos sin decir un par de cosas más. En primer lugar, todos cuantos han intervenido en los trabajos lo han hecho de manera altruista, sin coste alguno para la administración salvo en lo que se refiere a la comida ofrecida al equipo de Pintia por parte del Excmo. Ayuntamiento de Coca, que con buen criterio ha considerado que no podía dejar que incluso eso se lo tuvieran que costear ellos. Es de justicia que a quienes trabajan gratis, y a pleno sol de agosto, qué menos que invitarles a un modesto menú. Este es un gesto que yo personalmente quiero agradecer también al Consistorio.

Y en segundo lugar indicar que para aquellos que deseen estar al día en lo que sobre esta muralla y sobre Cauca en general (prehistórica, protohistórica y romana) se va dando a conocer, no hay más que teclear, como hace unos días en esta misma página web dije, Juan Francisco Blanco-Garcia academia edu. Casi todos los artículos y libros se pueden descargar.

Muchas gracias de nuevo a todos.

ENLACE A LAS IMÁGENES:
Fotografías: David Rubio
descubrecoca.com